En el mercado actual existen dos tipos de frenos: los frenos de disco y los frenos de tambor.
El primero de ellos está en casi todos los modelos de carro, en el tren delantero y, en algunos más top de línea o gama más alta, también se encuentra en las ruedas traseras. En tanto, los frenos de tambor, que estuvieron por años presentes en las cuatro ruedas, hoy se ven solamente en trenes traseros.
Los frenos de disco, como su nombre lo dice, son un disco que gira a la par con la llanta y que tiene una pinza que abraza un extremo de ellos sin tocarlo. Por las caras interiores de esa pinza, casi en contacto con el disco, están las pastillas de freno.
Cuando pisas el pedal del freno, la bomba de freno envía vía presión hidráulica el líquido de freno a cada llanta para que la pinza pueda apretar el disco. Así, gracias a la fricción de las pastillas con el disco, se produce la frenada del coche.
Por su lado, los frenos de tambor son una pieza, similar a una olla donde haces arroz, que también giran a la par de las ruedas. Cuando pisas el pedal de freno, la bomba de freno envía el líquido de frenos vía presión hidráulica a cada uno de los cilindros de freno de los tambores. Al llegar a los cilindros, estos se expandirán abriendo a la vez las zapatas, las que, por la fricción, rozan las paredes internas del tambor hasta detener el carro.
¿El problema? A la larga, un roce defectuoso entre las pastillas y el disco o las zapatas y el tambor va a producir algunos ruidos que revisaremos a continuación.
Cuando pisas el pedal del freno podrías sentir varios tipos de ruido que, en la mayoría de los casos, indican un desperfecto, una anomalía o una inminente falla en el sistema de frenos de tu carro. Aquí te presentamos los más comunes que podría tocarte escuchar y el motivo por el que se producen.
Si pasaste por un camino de tierra, con barro o por un charco de agua, podrías haber acumulado suciedad entre las pastillas y el disco. En estos casos, podrías sentir un roce, como si estuvieras raspando algo, arrastrándolo por la tierra.
Si esa suciedad no es quitada, podría acabar rayando el disco, haciendo que el ruido sea algo más metálico después. Por eso, si andas por caminos que no son de asfalto es muy recomendable lavar el auto después de usarlo, así evitas un desperfecto en tus frenos.
Como te dijimos, podrías haber rayado el disco con la suciedad o alguna piedra. De haber ocurrido eso, vas a sentir un sonido de rasguño metálico al frenar, sobre todo cuando frenes un poco más fuerte de lo normal. Ese ruido se produce por las imperfecciones en el disco que genera el rayón.
Los ruidos metálicos también pueden ser un indicador de desgaste de las pastillas de freno. Muchas de ellas traen un testigo, que es un remache de metal que aparece cuando el material que hace el roce de las pastillas se desgastó al punto de mostrar dicho remache.
Si el ruido es por este problema, la solución es hacerle un cambio de pastillas y el llamado de atención es que no hiciste el mantenimiento preventivo a tiempo, pues es ideal hacer estos arreglos antes de escuchar ruidos.
Además, si el ruido metálico es muy fuerte, el desgaste de la pastilla puede ser prácticamente total, lo que significa que te estás quedando sin frenos.
Las vibraciones podrían aparecer cuando el disco esté deformado, lo que ocurre principalmente por sobrecalentamiento de los discos. De hecho, los frenos de disco ventilados existen para disminuir el exceso de temperatura en los discos al momento de frenar.
Pon atención con esto porque una vibración en la frenada, sin ruidos, podría ser un problema con tus llantas, con la alineación o el balanceo del carro.
Si el disco tiene un color anaranjado tipo óxido quiere decir que se sometió a altas temperaturas y luego, por condensación generó humedad, pudiendo provocar imperfecciones en el disco que atentan contra una buena frenada.
Esto ocurre porque los efectos de la corrosión alteran las propiedades de la superficie de fricción del disco y/o la pastilla.
En definitiva, frente a cualquiera de estos ruidos lo importante es actuar rápido y no quedarse tranquilo pensando que, pese al ruido, el coche aún frena.
Así, si hay síntomas extraños en las frenadas o en cualquier otro aspecto mecánico del carro, es hora de hacer el mantenimiento correctivo respectivo, así evitas accidentes o una avería mayor. Realiza el mantenimiento a los frenos cada 30 mil o 40 mil kilómetros, sin falta.
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